Salud sexual y reproductiva en adolescentes

Datos demográficos, indican que en Latinoamérica y el Caribe viven 193 millones, tres de cada diez personas son niñas-niños-adolescentes. (CLACSO, 2020). Según datos de la UNESCO, 263 millones de estas niñas, niños, adolescentes y jóvenes no asisten a la escuela. En este contexto, la educación integral en sexualidad fuera de la escuela representa una oportunidad para que niñas y niños posibiliten el derecho a la información.

La salud sexual y reproductiva es un área prioritaria para la salud adolescente en Latinoamérica y el Caribe. Si bien se ha progresado en la reducción del embarazo adolescente, LAC es la región con la segunda tasa específica de fecundidad adolescente (15 a 19 años) más alta del mundo y la única región con una tendencia en aumento en el número de embarazos en adolescentes de 10 a 14 años.

Asimismo, otros retos que enfrentan los adolescentes en materia de salud sexual y reproductiva son las infecciones de transmisión sexual (ITS), incluyendo el VIH/SIDA, estos problemas afectan no solo su salud física y mental, sino también sus oportunidades educativas, laborales y sociales. Para corregir estos datos se requiere  educación integral en sexualidad, garantizar el ejercicio pleno de los derechos sexuales y reproductivos de los adolescentes. 

Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer del Niño y del Adolescente (2016-2030)

Los y las adolescentes ocupan, junto con las mujeres y los niños, el centro de atención de la Estrategia Mundial, los gobiernos deben ofrecer acciones transformadoras, deben ser universales, sostenibles, basada en derechos humanos, equitativas, apropiadas, inclusivas, multisectoriales y participativas.

Los adolescentes enfrentan múltiples barreras para acceder a servicios de salud que respondan a sus necesidades específicas, todavía existen brechas importantes en términos de acceso, calidad y cobertura efectiva, falta información adecuada y confiable, se mantienen actitudes negativas y discriminatorias por parte de los prestadores de salud hacia los adolescentes; las normas sociales y culturales no favorecen la autonomía y el empoderamiento de los adolescentes; y aun conviven con barreras legales y administrativas que dificultan el consentimiento informado y la confidencialidad de los servicios.

Para superar estos desafíos, se requiere un compromiso político y financiero sostenido por parte de los gobiernos, así como una coordinación efectiva entre los diferentes sectores y actores involucrados. Asimismo, se necesita socios estratégicos dispuestos a financiar iniciativas de educación integral en sexualidad fuera de la escuela como una estrategia clave.

Es por ello que deben procurarse servicios integrales para personas adolescentes y así garantizar atención especializada en salud sexual y reproductiva, promoviendo así el bienestar y la adhesión a programas efectivos de Educación Integral en Sexualidad. El desafío es procurar un espacio amigable que favorezca lo siguiente:

  • Cobertura adecuada y equitativa de los servicios de salud sexual y reproductiva para las personas adolescentes, especialmente en grupos vulnerables y no adscritos al sistema de salud y educativo formal.
  • Brindar una atención de calidad, con privacidad, confidencialidad, perspectiva de genero, respeto y derechos.
  • A cargo de profesionales especialista en dichas temáticas, que ofrezcan servicios adaptados a las necesidades y preferencias de las personas adolescentes, así como de horarios de atención flexibles y convenientes.

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