Educación Integral en Sexualidad

Respecto a la instalación en Chile de un debate por implementar ESI en niños y niñas estudiantes del primer ciclo escolar, hago presente mi opinión y la sustento a propósito de que me encuentro cursando el Diplomado Superior en ESI dictado por FLACSO, y porque me siento interpelada frente al cuestionamiento realizado. Declarar que estoy convencida de la relevancia de entregar EDUCACION INTEGRAL EN SEXUALIDAD en miras de instalar derechos colectivos y promover la salud de NNA.

Porque además Chile forma parte un grupo de países que adscribieron compromisos internacionales, en cuyos espacios se establecieron y consensuaron las definiciones que avalan la importancia del abordaje de las ESI. Lamentablemente hoy parlamentarios de partidos y grupos conservadores, difunden ideas que promueve evitar la instalación de la educación sexual integral, de forma permanente en el currículo formativo de niños, niñas y adolescente, postura que no comparto en lo absoluto.

“Siempre se educa en sexualidad. Siempre. La familia, la comunidad, las instituciones educativas formales e informales, lo hacen todo el tiempo. La socialización y los procesos culturales que se dan transmiten valores, creencias, tradiciones, estereotipos de género y roles, etc. Esta transmisión asegura la construcción de sentimientos que nos identifican como parte de una sociedad determinada. Se educa en sexualidad en forma implícita más que en forma explícita. Educar en sexualidad no es informar. Es construir,desarrollar, potenciar, formar; abrir caminos.”(CLADEM, Uruguay, cita Alicia Benítez)

La salud sexual, definida por la OMS como “la integración de los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser humano sexual, en formas que sean enriquecedoras que realcen la personalidad, la comunicación y el amor”. De este modo, considera la salud sexual como parte integrante de los derechos humanos, Y la define también como un estado de bienestar físico, emocional, mental.

Entre los derechos humanos relacionados con la salud sexual, está el derecho a la igualdad y no discriminación, el derecho a estar libre de tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes, el derecho a la privacidad y al más alto nivel posible de salud (incluida la salud sexual) y seguridad social. Todas las personas tienen derecho a controlar y decidir libremente sobre cuestiones relacionadas con su sexualidad; a estar libres de violencia, coerción o intimidación en sus vidas sexuales; a tener acceso a información, educación y servicios de atención de la salud sexual y reproductiva; y a estar protegidos contra la discriminación basada en el ejercicio de su sexualidad.

«El Derecho a la Educación Sexual está fundado en la dignidad humana y en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos»: Para lograr dicho estado de bienestar, es preciso que las personas seamos capaces de cuidar nuestra salud, vivir nuestra sexualidad de manera positiva, responsable y con respeto a los demás, para lo cual requerimos ser conscientes de nuestras necesidades y derechos. Esto sólo es posible si recibimos educación sexual de carácter integral desde las primeras etapas de nuestra formación y durante todo el itinerario educativo. Para este fin, la escuela debe fomentar el pensamiento crítico del alumnado en torno a las diversas expresiones de la sexualidad humana y de las relaciones interpersonales, sin reducir el tema a un abordaje biológico de la reproducción. (Vernor Muñoz, la Piedra y el viento, Relator Especial ONU.)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) han reconocido la importancia de la salud y los derechos sexuales y reproductivos para el desarrollo humano y social.

La educación integral de la sexualidad (EIS) contribuye a la salud sexual y reproductiva de las personas al brindarles información científica, veraz y oportuna sobre su cuerpo, sus emociones, sus relaciones y sus decisiones. Además, la EIS favorece el desarrollo de habilidades para la vida, como la comunicación, la negociación, la autoestima y el pensamiento crítico, que les permiten a las personas protegerse de algunos riesgos y problemas, como es el abuso sexual, las infecciones de transmisión sexual (ITS), los embarazos no deseados o la violencia de género.

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